Luz y monumentalidad en las Gorditas nicas
Sergio Velásquez: Pintor de identidades latinoamericanas
Escribe: Marta Leonor González
Los pinceles y espátulas de Sergio José Velásquez se deslizan sobre rompecabezas de imágenes que él a lo largo de sus 27 años de pintar ha ido reconstruyendo, imágenes que a simple vista rondan entre el quehacer de lo cotidiano, pero que transgreden el espacio a través de la monumentalidad de la forma, al fulgor de los colores y la limpieza de la factura que observamos en cada óleo o dibujo de Velásquez.
No basta con que el espectador se deje asomar por esa amplia gama de colores lumínicos influenciados por el trópico nicaragüense o la selva caribeña sino que recicle la idea de este artista frente a la mujer vende ayotes, o frente al paisajismo de un “Trapiche de caña” o ante una vivandera y sus hermosos pliegues o las gorditas que lo han hecho tan popular en el mercado de la plástica local y extranjera.
A Velásquez le podríamos atribuir ser alumno del colombiano Fernando Botero por la forma en que trabaja la figura femenina de las gordas y la bella composición de sus volúmenes, ante estas imágenes lo que hace el artista es exaltar la belleza de las formas y darle paso a la creatividad a través del color y la luz.
La musa erótica seducida por el azul magenta o el rosa que Velásquez aplica con doble intencionalidad, forman esa línea de tonos, mujeres monumentales que para él están relacionadas con esa grandeza que por medio de los años le han permitido dar continuidad a su propio arte y transmitir armonías entre la vida, la naturaleza y sus formas.
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